Los aceites tropicales, principalmente el aceite de palma y de coco, se utilizan ampliamente en países tropicales para diversos fines que van desde la cocina hasta el cuidado personal. Si bien los aceites se pueden encontrar generalmente en productos de belleza (p. ej. champúes, acondicionadores, cremas), se ven con menos frecuencia en las dietas estadounidenses.1
El aceite de palma es el segundo aceite vegetal de mayor consumo en el mundo. Proviene de la planta tropical, Elaeis guineensis. El aceite de palma está compuesto por alrededor de 50% de grasa saturada, con una proporción entre grasa saturada a insaturada prácticamente igual. El aceite de palma es rico en antioxidantes, como vitamina E y betacaroteno.2,3
El aceite de coco está formada por más de 90% de grasas saturadas. La mayoría de las grasas saturadas son de la variedad de cadena media, que el organismo tiende a utilizar rápidamente para generar energía, en lugar de acumularse en tejido graso. Algunos investigadores creen que debido a su estructura, la grasa saturada del aceite de coco no es tan perjudicial como otras grasas saturadas, por ejemplo, como las que se encuentran en los productos animales.13
Los aceites tropicales pueden encontrarse en ingredientes de diversos alimentos procesados, como caramelos y productos de panadería y pastelería. Los aceites también se pueden encontrar en formas de puré o líquidos procesados y como ingredientes en productos para el cuidado de la piel y del cabello.
Los aceites tropicales, como el aceite de palma, se han considerado poco saludables debido a que pueden constituir un riesgo de problemas cardiovasculares. Se sabe que el aceite de palma aumenta los niveles de colesterol en personas que ya tienen colesterol alto. Sin embargo, aparentemente el efecto del aceite de palma en los niveles de colesterol no es tan simple.5 El consumo de aceite de palma fresca puede disminuir la cantidad de colesterol que el organismo produce en forma natural más que otros aceites, y existen pruebas que sugieren que el aceite de palma efectivamente puede reducir el riesgo de ataque cardíaco y eventos cardiovasculares similares, así como también el riesgo de presión arterial elevada.2,3,5,7,12
La mala fama del aceite de palma puede deberse a sus efectos poco saludables después de su procesamiento. El aceite de palma que se utiliza para cocinar generalmente se procesa hasta que se oxida. A diferencia del aceite de palma fresca, la versión oxidada puede aumentar el riesgo de daño al hígado, pulmones, riñones, órganos reproductivos y corazón.2,3
Algunos investigadores han sugerido que el aceite de palma (especialmente una versión llamada aceite de palma roja o refinada) puede proteger contra ciertos tipos de cáncer y deficiencia de vitamina A debido a su alto contenido de betacaroteno.2,3,4,5,8,9,10,12 Sin embargo, las pruebas no son suficientemente contundentes para recomendar el aceite de palma roja a personas con riesgo de tener estas condiciones.
Al igual que con el aceite de palma, se ha demostrado en algunos estudios que el aceite de coco aumenta los niveles de colesterol en personas que ya tienen colesterol alto.6,17 No obstante, en un estudio aleatorizado, doble ciego, realizado en una población de 40 mujeres obesas también se reveló que los suplementos alimenticios con aceite de coco no aumentan los niveles de lípidos en la sangre e incluso reducen la obesidad.18
Si bien es posible que el consumo de aceite de coco no tenga beneficios para la salud, se ha demostrado que la aplicación tópica mejora las condiciones de la piel y del cabello. Un pequeño ensayo controlado, aleatorizado, a doble ciego de 34 pacientes con xerosis (una condición cutánea en la que la piel se seca, se pone áspera y pica) reveló que el aceite de coco virgen es tan eficaz y seguro como el aceite mineral para humectar la piel de adultos con xerosis leve a moderada.15
En otro pequeño ensayo controlado, doble ciego, se descubrió que el aceite de coco virgen trata de manera eficaz la dermatitis atópica (una inflamación crónica de la piel) en adultos.19
Se ha informado que un repelente disponible en el comercio que contiene aceite de coco y jojoba (una semilla cerosa que se utiliza comúnmente en cosméticos) es eficaz para mantener alejados los ácaros que causan sarna, una infestación de estos pequeños insectos en la piel.20
También se ha demostrado que el aceite de coco previene los daños en el cabello causados al peinarse en comparación con otros aceites, como aceites minerales y de girasol. Los investigadores creen que su relativa afinidad alta con la proteína del cabello y capacidad para penetrar profundamente en el tallo del cabello da cuenta del rendimiento superior del aceite de coco.16
Un estudio demostró que el aceite de coco también puede beneficiar a los bebés prematuros. Los bebés prematuros que recibieron masajes con aceite de coco lograron aumentar de peso y crecer más rápido en comparación con los que recibieron masajes con aceite mineral.14
Si bien los aceites tópicos generalmente son bien tolerados, algunas personas pueden experimentar molestias abdominales o distensión después de consumirlos. Aparte de la irritación local, su aplicación tópica también se considera generalmente segura.
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10. van Stuijvenberg ME, Dhansay MA, Lombard CJ, Faber M, Benadé AJ. The effect of a biscuit with red palm oil as a source of beta-carotene on the vitamin A status of primary school children: a comparison with beta-carotene from a synthetic source in a randomised controlled trial. Eur J Clin Nutr. 2001 Aug;55(8):657-662.
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